Las interacciones sociales entre las aves son normales y necesarias para su desarrollo. Sin embargo, hay situaciones en las que su bienestar puede verse comprometido y es necesaria la intervención del ganadero.

El entorno en el que crece el pollo, pavo, pato o gallina es muy importante y puede ser un factor de estrés. Lo mismo ocurre con la gestión del proceso de cría, que es responsabilidad del criador.

En caso de estrés, el animal reacciona y su comportamiento cambia: pueden aparecer episodios de picoteo o una disminución del consumo de agua o alimento. Estas reacciones provocan un retraso en el crecimiento, un debilitamiento de las aves y una posible mortalidad.